Chacal fue adquirido de yearling en Dublín por 11500 libras. Su padre, Le Levanstell, ganador de Grupo I; y, su madre, Polar Point, había ganado cinco carreras en Inglaterra.
El físico de Chacal no era espectacular, pero sí muy estilizado. Tenía unos cascos muy débiles, era derecho de manos, y eso permitió que su precio de compra resultara más o menos razonable. A pesar de no andar sobrado de salud, Chacal fue un modelo de consistencia y de entrega en el esfuerzo.
Fue el mejor a dos, tres y cuatro años. No hay otro campeón en el periodo democrático español que ganara a dos años el Gran Criterium y a cuatro, La Copa de Oro, además del Derby, el G.P.de Madrid, el Memorial y el Villamejor.
A cuatro años, sus facultades se habían reducido, con sus manos ya muy delicadas, pero le quedaba su formidable voluntad vencedora y nadie volvió a batirle.
Nacido en 1973, era pequeño, con demasiado fondo en su origen, mal criado, mal hecho, desgarbado, artrítico, pero siempre corría con todo su ser. Era todo corazón. Y corazón, en su caso, no era dar todo lo que tenía dentro, sino dar, sobre todo, lo que no tenía. Fue el caballo que quería ser, y no el que debía ser.
No debutó hasta mayo de sus tres años. Había que tener una sobredosis de paciencia y fe para esperar tanto tiempo a un caballo rechazado por unos y otros.
No salió favorito en sus cuatro primeras victorias, y, estos triunfos, de una manera y otra, fueron cuestionados. En su debut apareció vendado, y nadie confió, una semana después corrió un hándicap contra prometedores tres años, y viniendo de finales, venció por tres cuerpos; se dijo que los handicappers le habían regalado la carrera. Al mes y medio gana el Gran Premio de Madrid, esta vez sin Román Martín, su jockey, y, después La Copa de Oro, esta vez con su jockey, donde las tribunas fueron un delirio. Más adelante el Villamejor, Memorial y caballo de Grupo en Inglaterra. Aun así, fue mejor semental que corredor, y eso es mucho decir.
Con dos años, su debut en San Sebastián fue el primer escalón de una comedida ascensión desde el quinto puesto. La primera victoria la logró en la última salida del año, pero su verdadero debut no llegó hasta los tres años. La primavera del 77 definió la forma de correr de El Señor, un ejemplar imbatible que afrontaba sus carreras con la alegría de quien ha nacido para galopar.
También tuvo un escalón hacia abajo, siendo derribado en el Nouvel An por Revirado, montado por Carudel, y en el Derby por Manet. Este episodio hizo que, para el Gran Premio de Madrid, pocos confiaran en él; sin embargo, se marcó una recta final en solitario como todo un señor. A partir de ahí, el turf en España tiene un nuevo rey.
A partir de ahí, Villamejor, Diputación de Madrid, Corpa, Gran Premio de Madrid por segunda vez, la Copa de Oro de San Sebastián y el Memorial.
Imbatido en el año, pleno de salud, El Señor abandonó la competición a lo grande.
Con un debut decepcionante y una segunda aparición sin preparador, el comienzo de El País no fue glorioso. En su tercera carrera, Number One, con Carudel, pasaron por delante; pero, con la lección bien aprendida, y por todo el exterior, ganó el Gran Premio de Madrid. En la Copa de Oro, registró la victoria más contundente de su historia, aquel año acabó ganando el Villamejor.
Su campaña de 4 años fue breve, ganando el Diputación de Madrid, aun regalando cuatro kilos a Revirado y Number One. Lo mismo ocurre con el Corpa, y, tres semanas después El País, con 61kg, y esta vez sin utilizar ninguna ayuda, se da un soberano paseo.
Justo el viernes anterior a la Copa de Oro, se le detectó un sobrehueso en la rodilla, lo que deterioró la relación entre el preparador Milia y Román Martín. ‘Aquél hombre –decía Román- había quemado al caballo. Cada vez tenía peor la rodilla y no paraba de trabajarle…’ Todo ello le supuso un año entero sin correr.
Su vuelta a las pistas fue un tercer puesto en el Corpa, tomado como natural dadas las circunstancias. El Gran Premio de Madrid, El País lo corría con 61kg, contra los 49kg de La Novia, reciente ganadora del Nacional; no obstante, se puede asegurar que cruzó la meta con tan sólo un cuerpo y medio de ventaja, porque así lo quiso su jockey.
El potro costó un millón de pesetas en las subastas de Deauville. Según el agente Pilles Forian, parecía estar hecho ‘a pedazos’. Las piezas de su anatomía no terminaban de encajar. Se busca un preparador dispuesto a mimar al único ejemplar de una cuadra primeriza, y ese perfil lo da José Antonio Borrego.
Con dos años ganó por tres cuerpos en su segunda actuación, aunque ello no signifique que fuera un ejemplar precoz, ya que su trayectoria de tres años fue un tanto irregular. Tras dos victorias prometedoras, afectado por la tos, no se colocó en las tres próximas carreras; será en La Copa de Oro donde se relanzó su carrera, consiguiendo en los 2800 del Villamejor un arrollador triunfo por cuatro cuerpos.
Fue entonces que viajó a Francia, para correr carreras de fondo, y obtuvo maravillosos resultados en carreras de grupo. En el mercado se llegaron a ofrecer hasta 40 millones de pesetas por él, pero después de sus dos últimas carreras en Francia, su rendimiento empieza a declinar.
Su vuelta a España fue catastrófica, con unos análisis más que deficientes. Reaparece en el Corpa y sólo pudo ser tercero, en el G.P.de Madrid el quinceavo… fueron muchos los que le consideraron acabado. Pero, en San Sebastián, empezó a resucitar. Acabó cuarto en la Copa de Oro y segundo en el Gran Premio de San Sebastián. En el otoño, también segundo en el Memorial y en el G.P.de Toulouse.
Aquel verano, con seis años, realiza la mejor campaña protagonizada en España por un caballo de esa edad, ganando El Gran Premio de San Sebastián, el Memorial y Gladiateur, sus tres últimas apariciones.
La cuadra Rosales, su propietaria y criadora, lo sacó a la venta aún sin debutar, por la poca confianza que generaba su escaso y femenino físico y su tardío nacimiento en mayo. Su precio de reserva era de 800000 pesetas pero nadie lo quiso, era hijo de Rheffissimo, pero el patito feo. Finalmente lo adquirió la chaquetilla rojigualda, quienes nunca habían pensado que se convertiría en un guerrero, vencedor de quince batallas y sin una sola lesión, doble ganador del Gran Premio de Madrid y del Memorial. El caballo más rentable de los años 80, con más de 25 millones de pesetas en premios.
Por increíble que parezca, en España corrió un caballo que llegó a ser el mejor fondista de Europa en los años ochenta, y, con el tiempo, uno de los mejores saltadores de Inglaterra.
Hasta que no le castraron, fue un ejemplar de lo más mediocre. Como caballo entero sólo pudo acabar tercero en cinco actuaciones. No pudo empezar peor ni acabar mejor. Fue el caballo formado en España que más reconocimiento tuvo en el extranjero. Ganó tres Grupos I, un Grupo II y un Grupo III, devolviéndole la alegría a las desprestigiadas carreras de fondo.
El secreto de su éxito radicaba en que disputaba carreras de tres y cuatro kilómetros y remataba como un caballo de 2000 metros. La Gold Cup de Ascot, fue la carrera de su vida, donde acaparó el cariño de toda Inglaterra.
En su última carrera, justo antes de dar el último obstáculo, sufrió una rotura de aorta que finalmente acababa con su vida, aunque todavía le quedó sangre para acabar el recorrido en cuarta posición. ‘Hasta el último día se comportó como un revoltoso dos años –escribió la prensa inglesa-. Tenía un entusiasmo maravilloso. Nos han dicho que tendremos alguna vez otro Royal Gait, pero sabemos que eso es imposible. Era un caballo muy especial, irremplazable’
La superioridad demostrada por Teresa en su campaña de dos años fue tan contundente y uniforme que, con trazar un esquema, describimos su forma de correr. Siempre partió mal de los cajones, con Carudel reteniéndola en sus ansias de galopar, operación que el maestro realizaba tan a la perfección que la yegua ya estaba relajada cuando apenas se habían recorrido doscientos metros. Después, esperar en los puestos de retaguardia, abordar el comienzo de la recta, abrirla hacia el exterior para no meterse en problemas y dejarla galopar con las manos bajas para, con poco más que un galope sostenido, despedirse de sus oponentes que se limitaban a disputar otra carrera. Ganó la Poule, Oaks, Diputación de Guipúzcoa, Kutxa… No obstante, también tuvo una mala experiencia en Francia, donde se encontró con otra forma de correr y con enemigos muy superiores que no le dieron tregua.
Fue una yegua que nunca recibió ni siquiera una caricia de la fusta y, siempre, desentendida de la lucha, como si la cosa no fuera con ella.
Este ganador del Derby de 1988 no costó demasiado de yearling para el buen origen que lucía, debía de costar siete millones, y lo remataron en Newmarket por un millón seiscientas mil pesetas. Debutó con Tolo Gelabert el 1 de diciembre de 1987 y acabó segundo a una cabeza del ganador; hacía tiempo que no impresionaba tanto un caballo debutante.
Una semana después volvió a correr y triunfó de cinco cuerpos. Con sólo estas dos carreras, se le consideró el cuarto mejor potro de dos años.
Con tres años corrió el Derby, donde tampoco tuvo que sudar para vencer por cuerpo y medio; era tal su superioridad que sus responsables lo reenganchan para el G.P.de Madrid, donde parecía imposible batir al viejo Casualidad, ganador de las dos ediciones anteriores. Los tres años, no ganaban desde 1980, pero, esta vez, Vichisky se impone con suma facilidad por dos cuerpos.
Él era uno de esos caballos a los que les gusta que el jockey les moleste lo menos posible; ni hablar de tocarle con la fusta. Fue, un pensador, como dicen los ingleses, pero sabía cumplir con su deber.
En verano, en San Sebastián, no consiguió ganar, quedó segundo en una pista que, las lluvias habían convertido en barrizal. Su entrenador, enfadado por el estado del hipódromo, dijo que volvería a demostrar su valía. Y eso fue lo que hizo en la temporada de otoño, en el Memorial y el Villamejor. Era muy desagradable en los entrenamientos y en la cuadra, pero cuando veía colores llamativos, sabía que la cosa iba en serio, y remataba como sólo un campeón sabe hacerlo.
Los habrá habido con más calidad, con mayor aceleración, de porte más distinguido, pero no ha existido otro millero que desarrollara una campaña tan brillante a tres años como Sherman. Se le tenía por el inútil de la camada que en 1987 nació en la yeguada Cortiñal; grande y patoso, muy tosco.
Tras su debut en segunda posición, ganó, un mes después, por seis cuerpos. Esta victoria le supuso salir a subasta y apalabrar su compra en más de un par de ocasiones. No obstante, por una circunstancia u otra, nunca llego a cambiar de cuadra.
Su primera reaparición a tres años, un tanto decepcionante, en un segundo lugar, dio un giro de 180º en su segunda carrera, en que, siendo cuarto y quinto durante el recorrido, consiguió la victoria a seis cuerpos del segundo. En Madrid, vuelve a batir por cuatro cuerpos, y en el Gobierno Vasco, por dos. Después el Hispanidad y el Antonio Blasco, demostraron que se trataba de un ejemplar de hierro, una bala equina. Siempre cerca de la vanguardia con un galope más eficaz que brillante, pero siempre demoledor, hasta que la salud lo abandonó. Fue el mejor, de la mejor generación nacida en España.
Antes de disputar el Gran Criterium, Robertiya había ganado cinco carreras consecutivas, entre ellas el Martorell en primavera, el Criterium Nacional, el Criterium Internacional de San Sebastián en verano y el Criterium de Potrancas de otoño, siempre montada por Vicente Cañizo. E en Gran Criterium paró en crono en 1’39’’, nueva plusmarca de la distancia, y alcanzó los 7,5 millones de pesetas en premios. Ese día batió, entre otros, a Bass, luego segundo de la Poule de Potros y del Gobierno Vasco; a Primer Amor, doble ganador del Gobierno Vasco; a Royal Kris, vencedor del Diputación Provincial de Guipúzcoa; a Cin, segundo del Gran Premio de Madrid; a Broadway Feria, tercera del Oaks; a Ciclón, ganador del Villamejor y del Memorial; a Fair Boy, segundo de la Copa de Oro… Un lote realmente sobresaliente en una generación que contaba además con Sherman.
Según dijo Pepe González, Robertiya es lo máximo a lo que puede aspirar un criador. Romper el récord de los 1600m que estaba en poder de Barilone, batirlo a dos años, superar el récord de carreras ganadas por un dos años, el récord de dinero ganado por un potro y vencer con la brillantez con que lo ha hecho en un Gran Criterium ante dos caballos formidables, como Bass y Primer Amor, después de que Royal Kris, tan bueno como ellos, impusiera un ritmo suicida, sólo está al alcance de un superclase. Ha ganado el Príncipe de Asturias más brillante de los últimos tiempos. Si a alguien le duele, lo siento.
Akelarre tuvo un brillo efímero, pero fue un brillo de muchos quilates. Con su primera cuadra, la Lortenia de Alfonso Ybarra, ganó, en sólo cuatro meses, la Copa del Rey, el Derby, el Gran Premio de Madrid y la Copa de Oro, un póker histórico y único para un tres años. Tiene una velocidad extra. Cuando crees que ya no hay nada, vuelve otra vez – declara su jockey John Reid. Su preparador, Salas, tenía un grave problema con una aneurisma que había que operar, y antes de que Akelarre disputara el Memorial y el Villamejor, éste fichó por la cuadra Alborada y se puso a las órdenes de Enrique Bedouret.
A partir de este momento, empezaría el declive. Su salud se debilita y su carácter empeora, tal vez, acusando sus esfuerzos de primavera y verano. Vista su trayectoria final, no fueron pocos los que le consideraron un vulgar galopador. No obstante, las declaraciones, tras su formidable victoria en la Copa de Oro, de John Reid, jockey de otros campeones españoles como Chayotte, La Yegua, Robertiya o Sherman: Me parece el mejor caballo que he montado en España y con la suficiente clase para competir en las carreras de grupo europeas.
Con lesiones y enfermedades para haber dejado de ser caballo para siempre, no destacó a tres años, una edad en la que, según los fundamentalistas del turf, los auténticos campeones están obligados a sobresalir. Al gigantón Partipral, con 1’73m a la cruz, le llegó tarde la gloria, pero fue una gloria que se prolongó a cuatro, cinco y seis años, con triunfos tan espectaculares como incontestables.
Terminó su campaña de tres años con dos victorias en pruebas de escaso relieve, si bien mostrando un gran potencial. Ganó cuatro carreras a cuatro años y se proclamó mejor velocista de 1993.
A cinco años aparece en su vida el maestro colombiano Santiago Calle, y, juntos, enlazan siete victorias. Le encanta que le monte Calle. Lo conduce dulcemente, sin tirones, y eso le hace disfrutar mucho. En primavera, aunque había sufrido una infección linfática, ambos liquidan a los mejores velocistas en La Zarzuela. Solo pierden en el Gobierno Vasco, tras un prodigioso remate. Una cabeza le separa del ganador, Wavy Run. Se habló entonces de la mejor recta presenciada en un hipódromo nacional y que ambos serían elementos de Grupo en Francia. Y así fue, ganando un Grupo III, batiendo por tres cuerpos a Smadoun, para sorpresa de los pronosticadores galos.
Después, en el Memorial, arrolla por nueve cuerpos. Su jockey del momento, Mauri Delcher, decía que era el mejor caballo que había corrido en España. Se le valoró como mejor caballo del año. Después, tras sendas apariciones en el extranjero con buenas colocaciones, la revista Racehorse, lo otorga un valor de 120, el mismo que consiguió en su momento Royal Gait y Rheffissimo.
Este ejemplar de capa torda, antes de pisar la hierba de Madrid, corrió a dos años en San Sebastián y La Teste, consiguiendo dos prometedoras victorias, proclamándose el mejor potro de su generación en San Sebastián en la milla del Criterium Internacional, tras un largo mano a mano con la precoz Holsrenne.
En Madrid disputó el Príncipe de Asturias y tuvo que conformarse con el bronce; y en el Blasco con un cuarto lugar a dos cuerpos y medio del ganador. En las clasificaciones oficiales de fin de año se le asignaba un valor de 104, sólo un punto por debajo del líder, Puertollano.
Su estreno a tres años fue con una victoria en Burdeos, ganando por un cuerpo a Faru, aunque aún debía demostrar su capacidad de ganar en Madrid. Ganó la Poule, el Velayos a 2200 metros como paso previo al Derby. En el Derby, tras un recorrido a siete cuerpos de la cabeza, batió como un campeón. Se mantuvo imbatido en el año, aunque aún debía medirse contra sus mayores, regresando a San Sebastián para luchar por la Copa de Oro.
Tras 55 días de inactividad, en un recorrido muy rezagado y encerrado, el tordo consigue rematar, alzándose con la victoria. El único, junto con Tucuman, que tras haber vencido en el Criterium Internacional de San Sebastián, regresa a la pista y alza la Copa de Oro.
Con el cierre de La Zarzuela en 1996, incluso se llegó a temer que las carreras desaparecieran de nuestro país, y, en 1997, sólo se disputaron 137 pruebas. Okawango, con su rosario de triunfos en San Sebastián y Francia, fue el caballo que hizo más llevaderos, para los aficionados locales, aquellos primeros años de depresión.
Se reveló como un rentable caballo a dos años, pero no el mejor. En cada salida fue progresando y sumó dos segundos y dos victorias. Considerábamos que era un buen caballo, pero no tanto como luego demostró –recuerda Sergio Vidal, su jockey en 21 ocasiones. Viajó a París con sus tres años, aunque sin grandes logros en aquella primavera.
Tras aterrizar en San Sebastián, ganó la Poule y el Gobierno Vasco, y tras esta campaña de verano, pincha en otoño, ganándose así un merecido descanso de ocho meses. Una de las claves de sus éxitos, según su entrenador, Mauricio Delcher, fue que tenía una salud de hierro. En 16 meses sólo disputa tres carreras y vence en las tres, superándose en cada una de ellas. En 1997 El Gobierno Vasco y su preparatoria, y, para rematar, tras siete meses de vacaciones gana en Toulouse el Prix Le Vase d’Argent, un listed en el que había aparecido 24/1. Nunca antes un caballo nacido y criado en España había ganado un listed. Tenía mucha clase, pero necesitaba sentirse muy entero; no he conocido otro animal que precisase menos entrenamientos fuertes –recuerda Vidal.
Persian Ruler fue un caballo del que se abusó. Corrió mucho, demasiado, sufriendo campañas tan intensas como agotadoras. Le entrenaron Claudio Carudel, Daniel Sapulchre en Francia, Christopher Clement en Estados Unidos y Enrique Bedouret al final de su trayectoria. Le vieron ganar espectadores de Longchamp, Dos Hermanas, Mijas, San Sebastián, Dax, Lyon y Saint Cloud. Se convirtió en el líder de la primera generación de potros estabulados en nuestro país que nunca corrió en La Zarzuela. Su buena salud le hizo especialmente bueno.
En el historial de la Copa de Oro donostiarra no existe otro que haya exhibido sus prestaciones, con dos victorias y un segundo, en Francia venció en un Grupo III y en dos Listed, en Alemania se colocó en Grupo I y en Estados Unidos, donde no se tuvo piedad con él, pudo colocarse en Listed. Fue el caballo con mayor valor de nuestro país en 1998, 1999 y 2002.
En el año 2000, en EEUU, lo destrozaron. Vino como un caballo muerto. Ya nadie lo quería, con 70 kilos menos, lo rescata Enrique Bedouret para su última etapa, aunque ya había perdido punta de velocidad y ya no terminaba como antes. Aun así, fue en esta época su doblete de la Copa de Oro. Es uno de los mejores caballos que he montado –confiesa Jorge Horcajada-. Gana más por facultades que por clase. Tiene muchas batallas en el cuerpo y se las sabe todas. Se reserva todo lo que puede.
Kantia fue la mejor yegua a dos, tres y cuatro años en 1998, 1999 y 2000, años de penuria para el turf español, gracias a su clasudo galopar, una de las pocas agarraderas de aquellos tiempos para seguir creyendo en las carreras españolas. Cerrado el hipódromo de Madrid, lideró las tablas junto Okawango, Jafar y Suances e hizo latir de nuevo nuestro corazón hípico.
No hay otro caso de hembra en nuestro país que mantuviera un liderazgo tan prolongado. Nunca es fácil estar colgado del triunfo tan continuadamente y durante tanto tiempo. En San Sebastián, su pista talismán, ganó nueve de las diez carreras que disputó, entre ellas, el Criterium Internacional, dos Kutxa y el Gobierno Vasco.
Kantia era una yegua cíclica que ofrecía su mejor rendimiento en verano. Cuando llegaban los primeros fríos perdía gran parte de su brillantez. También es cierto que siempre fue preparada para lucirse en los grandes premios de San Sebastián, su principal objetivo en las tres campañas en que se mantuvo en activo.
Nunca corrió tanto como a dos años sin que ello le pasara factura. Disputó siete carreras, ganó cuatro en Donostia, una en Burdeos, terminó tercera en Maisons Laffitte y cuarta en Listed en Craon.
Nunca pudo correr en Francia en verano y en 1600 metros para demostrar su auténtica valía, porque, un año y otro, se reservó para correr en San Sebastián, para la afición local. Una yegua muy de aquí, puede decirse que ha sido la reina de Donostia.
Fue un caballo que pronto se comportó como un ‘viejo’. Todo lo hacía bien. Era dócil, tenía muy buen apetito, dotes de mando (era el líder de la potrada) y entrenaba con muy buenas maneras. Mostraba nivel para poder ganar el Criterium Internacional, pero se optó por darle una campaña relajada.
Para algunos que ya no creían en el turf español, Suances no era más que el campeón de ‘los malos’ en lotes de tercera división, pero resultó que se convertiría en el campeón de los mejores en París. Físicamente era un superdotado. Muy serio y equilibrado mentalmente.
Partía como quinto favorito en los 1850 metros del prix Guiche, un grupo tres. Jose Luís Martínez, le exige moderadamente, y su poderosa aceleración deja en evidencia al lote. Casi dejándose ir, supera por dos cuerpos y medio a Boutron. Por primera vez un caballo de tres años entrenado en España, con preparador, jockey y propietario español, ganaba una carrera de grupo en el extranjero.
Después vendría un Grupo I, el Jean Prat, a 1800 metros. El propietario no quería correrlo, pero Delcher, su preparador consiguió convencerlo. Después de viajar en tercera posición, pegó un acelerón que dejó bloqueados a sus rivales. La prensa francesa bautizó a Suances como Grande de España y El elefante volador, aludiendo a su mastodóntico aspecto y a su insultante manera de ganar.
Califet nació en Francia y cosechó sus mejores resultados con el también galo Gay Cherel. No se le puede considerar tan de aquí como, por ejemplo, la campeona Teresa, pero fue domado en Madrid por Florentino González y Jose Manuel Borrego, debutó en San Sebastián y corrió a dos años en la preparación de Miguel Alonso. Su acción era muy bonita y pensábamos que podía ganar buenas carreras, pero ni por lo más remoto imaginábamos que acabaría colocándose en el Arco del Triunfo –relata Jose Manuel Borrego.
Tras su presentación en San Sebastián, acaba segundo en Dax, gana en Mont de Marsan y finaliza sexto en el Criterium de Burdeos. Antes de terminar la temporada, en un Listed de Nantes, finaliza segundo; y, acaba su campaña precoz, ya preparado por Cherel, venciendo en Maisons Laffitte.
Tuvo un descanso de once meses por una operación de un sobrehueso en la rodilla y reaparece en seis carreras a tres años, de las que gana cuatro y se coloca en el resto. Su estatus es entonces el de decente corredor en provincias, no mucho más.
A cuatro años, tras ser primero en Saint Cloud y segundo en Longchamp, aborda su primer Grupo III y se impone por tres cuerpos. Salta a Grupo II y se impone por tres cuerpos en el Jean de Chaudenay.
Tendrá cuatro colocaciones decentes más, pero no volverá a dar un buen golpe hasta que en otoño deciden presentarlo al Arco del Triunfo. Con un 132/1, no confían en el ni los mozos de su cuadra. Siempre bien situado durante el recorrido, no deja de luchar en la recta y termina en una magnífica cuarta plaza, a poco más de un cuerpo del ganador. Fue una de las más valiosas actuaciones protagonizada por un caballo que iniciara su vida de competición en nuestro país.
En contadas ocasiones en la historia de las carreras españolas el mejor caballo del año ha sido una yegua. Con cinco años, una edad en la que lo habitual es estar criando si se ha demostrado cierto nivel, dominó el calendario nacional, invicta en las cuatro carreras en las que compitió en nuestro país, entre ellas la Copa de Oro de San Sebastián, maldita para las hembras desde 1984.
Entrenada en La Zarzuela, debutó en San Sebastián, colocándose tercera dos veces a dos años. A tres años reaparece ganando y dos meses después, sin preparatoria y con problemas en los cascos, termina séptima en el Kutxa. Tras dos actuaciones más en Dos Hermanas, sus propietarios deciden que cambie de aires y le envían a San Sebastián. Con el tiempo, se relajó y recuperó su buen carácter, compenetrándose con su preparador y cuidador. Los aires norteños le terminaron sentando de maravilla. Sus problemas en los cascos desaparecen y físicamente se transforma. De ser conocida como ‘La Flaca’ pasó a ser bautizada como ‘La Gorda’.
El año 2003 lo comenzó con un segundo en Mont de Marsan y luego enlazó una tacada de cinco victorias consecutivas, entre ellas el premio Kutxa, causando admiración entre los aficionados.
Jacira arranca 2004 con el octavo valor más alto de la cabaña internacional. En sus tres primeras salidas en San Sebastián, fiel a su estilo puntero, se muestra intratable, tumba a sus rivales de forma muy convincente y, renunciando a ser sólo la mejor yegua en el Kutxa, hace doblete con la Copa de Oro. Lo mejor fue la sensación de alegría que había en el hipódromo. Jacira era muy querida por los aficionados y la gente ese día se marchó feliz de las carreras –recuerdan Félix Sanz y su mujer, Ana Manterota.
No cabe duda de que la identificación de los aficionados donostiarras con la campeona se incrementó carrera a carrera. No en vano, con diez victorias, es el purasangre que más veces ha ganado en la historia del hipódromo de San Sebastián. Y no hay nada que una más que las victorias. Fue muchas veces buena, y eso, la grada siempre lo agradece, y más, cuando los triunfos se logran con el coraje que siempre evidenció la pupila de Mauricio Delcher.
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